6.7.06

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5.7.06

Addenda a Choricius y un adýnaton

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En la entrada de Choricius faltaba un dato impresionante: su obra empieza con dos encomios al Obispo Marciano. Cuenta Rakiménides que el nombre de esta criatura seguramente aludía a que estaba más cerca de Dios que el resto.
El otro día, reflexionando sobre estos grandes nombres de la Antigüedad, me daba cuenta de lo importante que es el lugar del nacimiento. ¿Os imagináis cuál hubiera sido el curso de la gastronomía humana si Choricio hubiera nacido en York? Si Alcuino fuera de Gaza, pues al jamón cocido lo llamaríamos de Gaza y ya está, pero ¿alguien puede concebir y elucubrar qué hubiera sido el chorizo de York? Creo que este problema metafísico sólo Carnéades lo hubiera solucionado.

Carnéades y Cerealius

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La saga literario-culinaria prosigue.
Sin duda el precursor más insigne de Choricius y Alcuino de York fue el gran Carnéades. Él no inventó la charcutería ni el arte de preparar carnes, sino que fue escolarca de la Academia ateniense en el s. II a. C. Harto de las vueltas y revueltas que Platón y su pitagorizante sobrino Espeusipo habían cultivado, continuó el giro escéptico de su antecesor Arcesilao. No escribió nada, pero por lo visto, contra la prueba teleológica usada por la teodicea, formuló una crítica en relación con la idea de la imperfección de lo existente. Ahí queda eso.
Por su parte, Cerealius fue mucho más gris. Sólo sabemos de él que hizo epigramas conservados en la Antología Palatina, uno de ellos con alusiones jocosas a los concursos poéticos y otro en el que ridiculizaba a los gramáticos puristas. Estaba él para gastar bromas con ese nombre. Es de suponer que no le caía muy bien todo el clan de los embutidos.
Dejo para otro día la semblanza de Creperius Calpurnianus.